China quería nuestra basura, lo veía como una fuente de materia prima para su industria. Pero se ha dado cuenta de que las calidades de los residuos que conseguían eran muy bajas y acababa siendo basura en sus propios vertederos.
Así que ha dicho que se acabó. No han prohibido toda la basura, pero van a exigir unos porcentajes altos de pureza. Estos porcentajes actualmente son prácticamente inalcanzables ni rentables para la industria del reciclaje occidental, lo que va a obligar (aún más) a dar un giro al pensamiento del reciclaje y fomentar más la REDUCCIÓN y REUTILIZACIÓN.
«Es pronto para ver las consecuencias en España, pero esta normativa va a cambiar las reglas del juego», asegura Alicia García-Franco, directora general de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER), que se queja del poco margen que han dado a los países y a sus empresas para buscar alternativas.
Una solución que plantea Alicia García-Franco es la utilización de las nuevas tecnologías que permitan alcanzar esas calidades que piden en los plásticos para que sean exportables o reutilizables dentro del propio país. La legislación española permite que las empresas almacenen los residuos plásticos durante dos años ya que no son residuos peligrosos.
Economía circular
«Con la prohibición puesta en práctica por China, se va a potenciar de forma indirecta la economía circular en nuestro país, contribuyendo además a luchar contra la deslocalización industrial», explican fuentes del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Este veto favorecerá que España trate sus propios residuos con otro beneficio indirecto que es la creación de puestos de trabajo.
Además, la Comisión Europea anunció un nuevo impuesto sobre el plástico. El objetivo es reducir los envases de plástico ya que su consumo es demasiado alto.
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